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Celebrando sus fiestas patronales |
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En
medio de la fiesta más conocida a nivel
mundial |
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Con
mucha tradición en anillas |
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Primera vez que realiza
anillas |
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Más
de dos décadas organizando |
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Taquilla que no cubre gastos |
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Muchos millones de pesetas
en taquilla |
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Precio de la entrada normal |
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16 €, el concurso más caro
de la temporada |
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Mucho
interés en las anillas |
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Nulo
interés por conocer el mundillo |
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Ilusión por intentar hacer las cosas bien |
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Desidia, incapacidad e incompetencia para
hacerlo bien |
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Organizado por el concejal de la población |
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Organizado y gestionado pudiéndose vivir de ello |
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Cierra las parejas con mucha antelación al
concurso, tratando de confirmar su participación |
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No
comunica a todas las parejas que van a
participar, que cuenta con ellas |
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500 €
de subvención por pareja, incluidas las
primeras clasificadas y la suplente |
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Hasta
hace poco, sin subvención por participar en
el concurso, ahora 100 € por pareja |
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1.250.000 pesetas en premios |
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Menos de un millón de
pesetas en premios para las anillas |
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La columna de la izquierda es Mocejón,
la de la derecha Pamplona. A quien se le tenga que
caer la cara de vergüenza, que se la caiga. Aunque si no se
le ha caído a nadie hasta ahora, parece imposible.
Pamplona
desprecia a los recortadores, los trata sin respeto. Pero
tan culpables son quienes desprecian, como quienes se dejan
ser despreciados. Si los actuantes, tanto ganaderos como
recortadores, tragan, pues no queda otra que acudir al
refranero popular. A quien por su gusto, duerme en el
suelo, no hay que tenerle consuelo.
Seguramente todo va a seguir igual, la
organización del Concurso de Recortadores de
Pamplona, es vitalicia. Y como en los reinados, el
puesto se hereda, pasa de padres a hijos Sarasa. Como
no tiene pinta de instaurarse la república en el coso
pamplonés, pues a aguantarse toca. Es lo que hay. Mientras
siga siendo rentable (y mucho que lo es), será difícil que
nada cambie.
A más de 400 kilómetros de la vieja Iruña
está Mocejón. Su concurso, con su concejal Roberto
Ortega, al frente, merece salir a hombros por la puerta
grande. Pese a que pudieran cometer algún error propio de
querer empujar más la ilusión que otra cosa, han llevado a
tierras manchegas uno de los concursos mejor pagados de la
historia de las anillas. Si siguen haciéndolo en años
venideros, algo que hay opciones, chapeau. Y si no, pues
nada, solamente agradecer encarecidamente lo que han hecho
este año.
Víctor Manuel Giménez Remón