
Después de acudir a prácticamente todos los concursos de
recortadores de las últimas temporadas, he visto que los
recortadores muchas veces, están injustamente compensados,
en relación a otros compañeros. Tema aparte sería si merecen
más de lo que se da en premios en los concursos en global,
porque si comparamos la astronómica cifra que perciben
algunos de los de luces, es una nimiedad, aunque lo cierto
es que quizá sería hacer demagogia. Con quien sí podríamos
comparar, es con nuestros vecinos franceses y lo que allí
perciben en las Courses Landaises y en las Courses
Camarguaises (Corridas Landesas y Camarguesas). Aunque
claro, si en España gozáramos del apoyo institucional que
tienen en Francia, así como el apoyo de patrocinadores, como
tienen por ejemplo los deportes tradicionales vascos, otro
gallo cantaría. Pero no es ese el tema a tratar en esta
ocasión, si no el de si están igual de valorados que otros
“colegas”. Concretamente en dos casos.
Los
dos casos en los que en determinadas ocasiones, están
económicamente mal recompensados los recortadores, son en
las subvenciones y en los premios. Son conocidos ya, por
suerte o por desgracia, en nuestra tierra los concursos de
recorte con machos (para los recortadores preferiblemente
limpios). Mucho han proliferado, y de los pocos que se
salvan de la quema, son los que se juegan animales de la
propia tierra u honrosas excepciones como el que
protagonizaron los toros de Fernando Pereira Palha el pasado
Pilar. La injusticia viene cuando la subvención para los
recortadores participantes en estos concursos es normalmente
el doble de la que perciben los recortadores de un concurso
de recortadores. Ésto no tiene lógica alguna. ¿Por qué
alguien que ha dado tres o cuatro recortes a un novillo o
toro limpio, percibe el doble que alguien que ha bregado con
una vaca corrida? Podría alguien argumentar que el
recortador que se ha medido a un macho, lo ha hecho él sólo,
mientras los que se han medido a una vaca lo han hecho como
pareja. Pero claro, hay un argumento que no tiene mucha
discusión, y es que en cada ronda, con cada novillo son
cuatro o cinco recortadores los que participan. Por esa
regla de tres, tendrían que percibir la mitad de lo que
percibe un recortador de anillas, ya que son cuatro o cinco
los actuantes en el ruedo. Es totalmente injusto que el que
se mide a vacas con bastante peligro en concursos de
importancia, perciba la mitad de lo que percibe quien se
mide a un novillo o toro limpio, que además de tener menos
movilidad que una vaca, al ser primera vez que sale a un
festejo, es mucho más fácil de recortar.
Está
claro que la cantidad de la subvención es poco menos que
simbólica. Pero aunque sea exigua, lo cierto es que el
participante en un concurso de recorte libre, percibe
normalmente el doble que los recortadores de anillas.
El
mismo caso es el de los premios, el ganador de un concurso
de recortes, normalmente, percibe prácticamente la misma
cantidad que la pareja vencedora de un concurso de
recortadores. Lógicamente la pareja ha de dividir el premio
entre ambos, con lo cuál ya tenemos el mismo caso que la
subvención, y es que los componentes de la pareja perciben
la mitad de la cantidad que se embolsará el ganador del
concurso de recortes.
Se
podrían poner muchos ejemplos de concursos de recortes con
machos que se han ganado de forma efectista y por lo tanto
sin exponer gran cosa. En un concurso de recortadores de
plaza importante con bastante probabilidad la pareja
realizará un gran esfuerzo para hacerse con la vaca que les
ha correspondido en suerte. ¿Es justo que alguien que ha
dado tres saltos o tres quiebros en cada ronda (por poner un ejemplo,
habiéndose ganado así concursos incluso en plazas de capital
de provincia) se lleve el doble que alguien que ha bregado
con una vaca para poder enroscarle anillas? A la inversa
también ha sucedido, ocultarlo sería manipular, y en plazas
de capital de provincia se han ganado concursos de
recortadores con reses que han presentado nulas dificultades
a la pareja. Pero aún así esos recortadores percibieron la
mitad que su “colega”, que actuara en el recorte libre.
A
juicio de quién escribe y aún entendiendo que son
espectáculos distintos, parece evidente cuál de las dos
modalidades tiene un mayor riesgo y una mayor dificultad.
Haciendo similitud con los festejos con muerte se puede
decir que unos (recortes con toros) serían los matadores que
estoquean ejemplares de vacadas como Juan Pedro Domecq,
Puerto de San Lorenzo o Núñez del Cuvillo, por citar algunas
de las múltiples que hay con esa condición de colaboradores.
Y los otros (recortadores con anillas) serían los toreros
que lidian toros de Victorino Martín, Cebada Gago o
Celestino Cuadri. Por supuesto que habrá público para ambas
tendencias y diversos gustos, respetables todos ellos.
La
intención de este artículo es conseguir que se igualen las
cantidades por persona en los concursos. Si normalmente en
los concursos con machos en plazas de relevancia son 25 los
actuantes, y en los de recortadores son 12 parejas, que
hacen un total de 24 participantes, es de lógica que si la
cantidad en premios es la misma, individualmente, y en
función al resultado obtenido, las cantidades a percibir
sean similares. No se entendería que el ganador del concurso
de recorte libre se embolsara “X” dinero, y en la misma
plaza a igualdad de respuesta de público, la pareja ganadora
obtuviera ese mismo “X”, que lógicamente cada miembro de la
pareja se llevaría la mitad de “X”.
Por
fortuna en la pasada Feria del Pilar ya se realizó un
reparto de cantidades justo y la pareja ganadora obtuvo una
cantidad levemente mayor al doble de lo que percibió el vencedor del
recorte libre, eso es lo justo.
Víctor Manuel
Giménez Remón