
Viendo en internet, el programa
valenciano “Va de Bous” de Canal 13 (qué invento este de
internet…), pude ver una charla en la que participaban
Vicente Peris, Antonio Orero “Lecris” y Fernando
Machancoses. La charla fue con motivo de la gala de entrega
de premios anuales de la revista “Els Bous la Nostra Festa”.
En su intervención Fernando Machancoses
vino a decir que las cosas han cambiado mucho. Sobre todo en
la manera de trabajar los animales. Antes, a los animales,
se buscaba lucirlos y se los entendía a la perfección. Ahora
eso no sucede y se busca el lucimiento personal. Hizo
referencia a tres nombres: “Tano”, “Motoret” y
“Crispín”. Dijo que ellos dejaban llegar a las reses,
les daban ventajas y las lucían. Ahora todo es al revés.
También tocó el tema de los cerriles. A
final de temporada, a los aficionados levantinos, son muy
pocos los toros que les vienen a la memoria por sus
actuaciones. ¿Casi ninguno vale? Al margen de si se
adquieren los toros cerriles acertadamente o no, que es otro
tema, el problema es si pueden realmente lucir o no. La
respuesta es bien clara, en la gran mayoría de casos es
imposible. Es imposible porque los toros se enfrentan a un
ambiente totalmente hostil. Si de salida se les parte, se
les corta las primeras embestidas, no se les da ventaja
alguna y se les atosiga sin respetarlos, así es imposible
que enseñen lo que llevan dentro. Mientras no se deje
tranquilos de salida a los toros, y después se les de una
lidia moderada, esto seguirá sucediendo.
Tiene razón Fernando, y todo se podría resumir en que se va
a peor. Se están confundiendo los términos y ya no se busca
el lucimiento del animal. Se está aprendiendo la afición
mal.
Mencionaba en la charla la manera en que
se trabajaba a los animales. Y todo se fundamenta en un
punto, los conocimientos. Antes se sabía como trabajar,
ahora no. A los antes mencionados no hacía falta decirles
cómo trabajar las reses. Y es que las entendían. Tenían
conocimientos, eso es lo que falla ahora.
Ponía el ejemplo de la pirámide Fernando.
Antes se subía a la carrera con las vacas y se bajaba en
línea. Ahora no, ahora se les cita ya desde arriba y se
salta por un lateral enseguida. Y también citaba otro
ejemplo, el ejemplo de coger a las vacas con ventaja al
recorte y hacerlas terminar bien en las barreras, bien en
los barrotes. Ahora no, el recorte se hace casi a
traición y no se le deja hacer hilo a la res, el quite llega
inmediatamente después del embroque. Y si no aún queda el
tan manido recurso de tirar la chaqueta al suelo para que la
res se fije en ella.
Haciendo casi todo al revés, es muy
difícil que las reses luzcan. Muchas veces se dice que ya no
hay vacas como las de antes, y cierto es que tras los
estragos que hicieron los saneamientos a finales de los 90,
muchas ganaderías levantinas todavía están en proceso de
recuperación. Pero es que las mismas reses que brillaron con
luz propia, en las décadas de los 80 y 90, seguramente ahora
no podrían lucir igual. Serían igual de buenas, pero se
encontrarían plazas mucho más hostiles de las que
conocieron.
Los ganaderos de la Comunidad Valenciana
cada vez lo tienen más difícil. No se les valora como
merecen ni económica ni personalmente, se tienen que mover
en una auténtica jungla plagada de intrusismo profesional y
tienen temporadas durísimas propiciadas por muchas
exigencias absurdas.
Corren malos tiempos para el ganado de
corro levantino, una contradicción ya que es cuando parecen
gozar de mejor salud los festejos populares y cuando más
número de ellos se realizan. Quizá sea que haya demasiada
demanda y por desgracia demasiada oferta. Una pena, los
tiempos están cambiando a peor. Pero cuidado, que si creemos
que las cosas irán a mejor en el futuro, es bueno recordar a
Murphy y sus leyes. Cualquier cosa, por mal que esté, es
susceptible de empeorar.
Víctor Manuel
Giménez Remón