
Cuando un Sábado a las cuatro de la tarde
se recibe una llamada que dice: ¿Te has enterado? Ha matado
a Fraguas un toro. Pues a uno le cuesta reaccionar y se
queda de piedra. Son noticias que, aunque se sabe que pueden
pasar, nunca se quieren creer. Pues sí, Don Jesús nos
ha dejado.
No es justo. Toda una vida de trabajo se
ve truncada de manera caprichosa. Los creyentes pensarán que
el de arriba se lo ha llevado junto a él, los agnósticos que
su destino estaría escrito. Pero yo me quedo con que esta
vida sencillamente no es justa. No es justo que, lo que
seguramente sería un pequeño desliz o un exceso de
confianza, le haya costado la vida al bueno de Don Jesús.
A Don Jesús le ha matado uno de
sus toros. Uno de esos toros que debiera dar las gracias
eternamente a Don Jesús. Porque sin Don Jesús,
no existiría. Gracias a ese amor y gran afición por la
fiesta, pese a lo difícil de la empresa, allá en Villafranca
pastaban reses con orígenes en la Casta Navarra y en el
encaste Vazqueño. Qué loco estaba Don Jesús. Dos
ganaderías, y no se le ocurre otra cosa que tener esas
sangres en sus dos hierros. Qué gran aficionado. No quiero
encasillarlo en el término de ganadero romántico, porque
aunque lo merecía igual que los que así se les cataloga, a
Don Jesús se debía catalogar como un ganadero
apasionado.
Pasión sentía por sus reses. Gozaba como
un chico pequeño, viendo el juego de sus reses de “La Bomba”
en los festejos populares. Era su pasión, era su debilidad.
Toda una vida viéndolas, criándolas y amándolas.
Pocas cosas hay, que menos le gusten a un
servidor, que los tópicos. No me gusta subir a los altares a
una persona cuando fallece, porque lo hecho en una vida es
lo mismo, antes o después de morir. Pero una de las que
menos me gusta a mí aún, es la mentira. Y no decir que
Don Jesús era una gran persona, sería mentir como un
bellaco. Don Jesús era muy buena gente. Acudir a su
casa, era como sentirse en la propia.
Qué orgulloso estaba Don Jesús de
todo lo que tanto trabajo le costó conseguir. Qué ufano se
mostraba enseñando sus ovejas. O sus vacas de carne. O todos
los cercados de bravo. Se le caía la baba enseñando añojos,
erales, vacas, sementales, las reses de “La Bomba” y las
reses de “La Pajarita”. Seguramente ese chaval que salió de
Novallas con lo puesto, a ganarse el pan en tiempos
difíciles, quizá ya soñara con ser ganadero de reses de
lidia algún día. Y lo consiguió a base de lucha y trabajo.
No todos los que poseen reses de lidia pueden afirmar ser
ganaderos, Don Jesús lo podía llevar con mayúsculas,
lo era. Ahí es nada.
Pero así de duro es el mundo de la
ganadería. Cuántos son los sufrimientos y qué pocas las
alegrías. Y encima, el riesgo inherente siempre está
presente. Hay que desvivirse por los animales, pasar las mil
y una, hacer enormes sacrificios, y todo para que un maldito
día, con una simple equivocación o descuido, todo se acabe.
No es justo, no es justo.
Y ahora, Domingo por la mañana, con la
vista puesta esta tarde en Pina de Ebro, aunque vista
distraída y triste, sigue costando creer que Don Jesús
ya no está. Cuesta creer que ya no le veremos viendo sus
reses en Ejea de los Caballeros o comentando en televisión
las vaquillas en Zaragoza. La vida sigue, no nos va a dejar
unos días para asimilarlo. Y para asimilar la trágica
noticia de la muerte de Don Jesús, hace falta mucho
tiempo. Esto pasa por lo inesperado y por la gran persona
que nos deja.
Como no puede ser de otra manera, huelga
decir que de un servidor y desde la página web
www.festejospopulares.net, va un cariñosísimo y afectuoso
abrazo a la familia Fraguas. Duro golpe el que han sufrido.
Nos unimos a su dolor, que nunca podrá ser el suyo de perder
a alguien tan cercano, pero que es muy sentido y sincero.
Y a Don Jesús, allí donde esté,
gracias por ser ganadero y una extraordinaria persona.
Seguro que con él, en su mente, se llevó una vaca jabonera y
una colorada con los pitones veletos. Hasta siempre Don
Jesús.
Víctor Manuel
Giménez Remón