
Hace
casi dos años, publicaba un artículo sobre
Cantavieja, sin haber estado
nunca. Osado de mí. Iba a hablar con 180 kilómetros de por
medio. Equivoqué aquel artículo. Lo que hablé de
Cantavieja, no se ajustaba a la
realidad. Una vez he estado en la localidad turolense, hay
que modificar las palabras de hace dos años.
Cantavieja es mejor de lo que
decía aquel artículo.
Primero,
sobre la plaza, se decía esto:
"Por delante, Cantavieja tiene con un marco difícil de
igualar. Una plaza con mucho sabor. Una plaza para hacer las
vacas, preciosa. Una plaza con sabor antiguo, de las de
capea de toda la vida. Y lo que es más importante, una plaza
apropiada para que se luzcan las reses.
Cuenta con arena en el centro, rodeada de un anillo de
empedrado hasta las barreras. En un extremo, porches tapados
con bancos que sirven para lucir a las reses, permitiéndoles
saltar tras la presa, en el otro una pared, que es donde se
ubican los corrales. Y en los laterales, a un lado escaleras
y pilastras en las que las reses se pueden empinar y
rematar, y en el otro lado, los porches tienen barrotes y
barreras. La plaza además se complementa con algún banco o
tablao. Es algo puntual que no la satura, dejando mucho
espacio libre. Y parte del recinto se cierra con vallado de
madera muy apropiado."
Poco más que añadir,
exactamente así es la plaza. Quizá da la sensación de más
amplia en los vídeos. Pero como decía
Rafael de Paula, en los vídeos falta el espíritu
santo. Tiene más sabor aún la plaza en directo. Preciosa.
Sobre las ganaderías que
acuden, esto:
"¿Qué hay que hacer para que los festejos sean los mejores
posibles? Que acudan las mejores ganaderías del momento. Eso
lo consigue Cantavieja, hace atractivo el comparecer
en su plaza. A las ganaderías les interesa, e intentar ir a
quedar lo mejor posible. Por eso la lista de ganaderías que
han acudido a esta población en las últimas temporadas, es
amplia y rica. Prácticamente todas las ganaderías punteras
de Navarra, Aragón y Comunidad Valenciana,
han pisado la plaza de Cantavieja.
En lo que va de siglo, que impresiona más que decir en los
últimos siete años, han estado presentes las siguientes
ganaderías: Hermanos Orero “Lecris” de Barracas
(Castellón), Hermanos Murillo Conde de Tauste
(Zaragoza), Fernando Machancoses de Cheste
(Valencia), Germán Vidal de Cabanes (Castellón),
Hermanos Ozcoz de Fuentes de Ebro (Zaragoza), Enrique
Merino Gil de Marcilla (Navarra), Vicente Domínguez
de Funes (Navarra), Juan José Laparte de Marcilla
(Navarra), Hermanos Marcén de Villanueva de Gállego
(Zaragoza), Carlos Orient de Les Coves de Vinromá
(Castellón) y José Arriazu e Hijos de Ablitas
(Navarra), como las más destacadas entre las presentes. El
plantel es difícilmente superable.
Los ganaderos van como ellos estiman oportuno, así tiene que
ser. Que cada ganadero en su tarde eche los animales que
quiera, los tenga el tiempo que quiera y haga la tarde como
mejor crea conveniente. Ninguna imposición. Después, ya
juzgará el pueblo si les ha parecido, bien, mal o regular.
La seña de si ha gustado la
actuación de un hierro es la repetición la temporada
siguiente. En Cantavieja, quien no ha cumplido las
expectativas, por la razón que fuere, simplemente descansa,
dejando paso a otros. Se demuestra que no se le cierran las
puertas, ya que podrá regresar en años venideros. Modelo
ideal, el que gusta repite, el que no gusta, deja paso."
Y así es, van las
mejores a Cantavieja. Van las
que ellos quieren. No hay ninguna inalcanzable para esta
población. El que no cumple las expectativas, deja paso. Se
han sumado nuevos nombres a la nómina de
Cantavieja. Por ejemplo,
José Luis Cuartero de Pradilla
de Ebro (Zaragoza), Hermanos Benavent
de Quatretonda (Valencia) y "La
Paloma" de Jalón (Alicante).
Acerca de cómo funciona,
se decía esto:
"Y ahora viene una de las claves de que
esto se pueda llevar a cabo. Cantavieja paga bien.
Los que se lo merecen, cobran como hay que cobrar. No se
racanea, se reconoce la labor del ganadero serio. Así es
como se pueden confeccionar los carteles de la temporada.
Pagando bien, sin imposiciones y con una plaza apropiada
para el lucimiento de las reses. Normal que vayan las
mejores ganaderías, puesto que pueden elegir entre todo el
abanico de hierros dedicados a los festejos populares.
Además se le facilita la labor, en definitiva su
trabajo, con unos corrales bien preparados. Hechos pensando
en que el ganadero pueda trabajar bien en ellos. En
Cantavieja se piensa en el ganadero, que se encuentre a
gusto y pueda trabajar de la mejor manera posible.
Cantavieja
es ejemplo también, de una perfecta convivencia entre el
toro limpio o cerril y el ganado corrido. Hay sitio para
todo. Y en Cantavieja se conjuga de manera ideal. En
una tarde de vacas se suelta un toro limpio. Y cada cosa
tiene el protagonismo que merece, ni más ni menos."
Así, tal cual. Paga bien
de verdad. Y paga bien en una plaza en la que no se cobra
entrada. Además el ganadero tiene libertad total durante la
tarde para hacer lo que mejor crea conveniente. Cada animal
puede estar el tiempo que él quiera, puede soltar vacas,
toros o capones. Lo que él desee. Se le pide que quede bien,
cada cuál sabrá cómo. Si no se queda bien, no hay excusas.
Tiene todo para quedar bien. Una plaza para las vacas. Para
que se luzcan, con todo a favor. Y unos corrales para
trabajar que ya quisieran muchas plazas de obra para sí. Una
gozada.
La convivencia del
cerril y las vacas es digna de alabanza. En el caso concreto
de la tarde vivida, saltó el cerril por delante. Primeras
arrancadas aprovechadas para recortes y algún pase con la
chaqueta. Y a partir de ahí, respeto absoluto. Mimando al
animal y buscando que durara lo que tiene que durar.
Después, la vista atrás a las capeas de hace décadas. Se
toreó. Con capote y con muleta. Y encima se toreó bien.
Cuántas tardes pagando una entrada cara, se ve torear peor.
Pero es que se le dejó torear, se respetó y se esperó el
turno. Una vez agotada ya la lidia del toro, para dentro, no
hace falta machacarlo. Qué bien salen las cosas cuando se
hacen bien. Alabanza para los que salieron al cerril, para
los que lo cuidaron, para los que lo torearon, para los
organizadores que lo retiraron en su momento. Y sobre todo,
para el público que es el que protesta si se pasan con el
animal. A ver cerriles así, me apunto.
Y para cerrar, sobre la
trascendencia de Cantavieja,
aparecía esto:
"Cantavieja
sin autoproclamarse nada, ni creerse el ombligo del mundo,
consigue a día de hoy programar, dentro de las plazas de
capea, la temporada más atractiva del panorama nacional. En
fin, que el mérito es enorme. Realizar hasta siete fiestas
al año con festejos taurinos. Y haciéndolos con ganaderías
de calidad, sin escatimar los recursos."
Cuánto tendrían que
aprender muchos de los que se autoproclaman los mejores
concursos de ganaderías de Cantavieja.
Si un pueblo de menos de mil habitantes paga lo que paga y
van los mejores, a muchos se les tendría que caer la cara de
vergüenza de las miserias con las que liquidan a los
ganaderos. Por todo ello, debiera considerarse esta bella
localidad del Maestrazgo, como
la plaza donde mejor se intentan realizar los festejos
taurinos con ganado corrido a nivel nacional. El que pueda
superar el cartel, lo bonito de la plaza, lo apropiada para
lucimiento y lo que se paga a los ganaderos, que levante la
mano.
Si a todo lo que hay
sobre el papel, se le suma el buen ambiente de vacas que hay
en el pueblo. Lo acogedor de sus gentes y organizadores que
hacen sentir a quien va como uno más del lugar. El respeto
que se procesa a los animales, que lo da la plaza y se pone
por encima de lucimientos personales. Así como la amabilidad
y las máximas facilidades que se le da a todo el mundo. No
hay mucho más que añadir. A Cantavieja
hay que ir. Merece la pena el esfuerzo del viaje y si ya se
puede disfrutar de todo desde las entrañas de los corrales,
la experiencia será altamente satisfactoria para el
aficionado que la viva.
Pero no todo podían ser
flores. Cantavieja tiene un
problema importante. Está muy lejos de
Zaragoza y con muy mala carretera. Urge arreglar eso.
Debe proyectarse ya la obra de acercamiento. El peñasco en
el que se encarama el pueblo debe ser arrancado y
aproximarlo. Así como hacer autovía hasta la misma entrada
de la localidad. Se aceptaría su colocación a mitad de
camino entre Teruel y
Zaragoza.
Esperando la faraónica
obra, mientras tanto, aunque esté lejos, a
Cantavieja, hay que ir. Y que
duren muchos años las cosas así.
Víctor Manuel
Giménez Remón