En Febrero se publicaba el Proyecto de Reglamento de los Festejos Taurinos Populares en Aragón. 14 años tiene ya el reglamento actual y necesita renovación. Estamos en Abril y todavía no se ha aprobado. Elección en Mayo, o lo que es lo mismo, con las cortes ya disueltas, habrá que esperar a que pasen las elecciones. Que no haya entrado ya en vigor hace ponerse en guardia. Si todo hubiera ido por su cauce, seguramente tendría que estar ya aprobado.
Servidor ya opinó sobre el proyecto de reglamento en la página. Aquí se puede ver:
http://www.festejospopulares.net/noticias/2015/proyecto_reglamento_aragon.htm
Y además, en la DGA presentó alegaciones al reglamento. El movimiento se demuestra andando. Sería hilarante quejarse del reglamento, pero no haber movido un dedo en el período de alegaciones. Cosa que muchos harán.
Al margen de discrepar en cosas puntales, el proyecto de reglamento es objetivamente bueno. Está trabajado y es completo. Mirando por el bien de los festejos populares, había que apoyarlo sí o sí. Ahora bien, mirándose al ombligo, se ha criticado. Tristemente, la mentalidad es esa. Si todo está bien, pero en algo me perjudica, lo critico y lo tiro por tierra. Pararse a pensar si uno moralmente está actuando bien, no se contempla. Y así nos va...
Los que lo han criticado enmendándolo a la totalidad, son la foto del festejo popular. Parecen una canción de Sabina. Están todos. El mangante, el "listo", el tonto, el cuatrero, el patoso, el jeta, el chulo, el iluminado, el inútil... Y los que se han añadido. Esos que no les interesa el festejo popular, siempre les ha importado un pimiento y se permiten el lujo de opinar, sin tener ni repajolera idea. Hay que recurrir al tópico (que ya es triste que se haya convertido en tópico) de que no nos hacen falta antitaurinos. El egoísmo puro y duro, la envidia y el afán de protagonismo, hacen que, desde dentro, se pongan las peores zancadillas.
Hablar sin saber es un gran mal de la sociedad actual. Se opina de todo sin reparo. Da igual si se sabe de lo que se habla, pero la boca que no esté cerrada. O los dedos para teclear, porque ahora, encima, las opiniones se publican. Entre gentes inteligentes, no hace falta explicar qué opiniones tienen peso y cuáles no, pero el problema es ver cuántas gentes inteligentes hay en el mundo del festejo popular aragonés.
Se ha montado en cólera por cosas del reglamento que supuestamente iban a dar una puñalada a los festejos. El inteligente, primero se leyó el reglamento y luego, si quiso, opinó. Y es que leyendo el reglamento, la mayoría de cosas que se le achacaban, directamente ni estaban puestas. Genial, ese es el nivel. Un reglamento que busca hacer mejores los festejos populares se ve como un ataque. ¿Pero somos idiotas o qué? ¿No nos damos cuenta de que si no hacemos las cosas bien ponemos en bandeja el ataque y la crítica a quienes son contrarios? Y es que ahora se hacen muchas cosas muy mal. Aún podíamos dar gracias de que no nos ataquen con cosas que nos podrían borrar del mapa. Pero nos creemos por encima del bien y del mal.
Primero informarse, después opinar. Y antes de opinar, pensar si se está preparado para opinar con criterio. Esto último es complicado porque pocas cosas hay con más peligro en momentos puntuales que un tonto con iniciativa. El tonto, por regla general, no sabe que es tonto. Si no hace nada vamos bien, si intenta hacer, normalmente mete la pata. Si la mete a título personal, para él se queda, si la hace en nombre de los festejos populares o en representación de alguien, ya la cosa es peor. Hace daño.
¿A quién molesta este reglamento? A los que lo hacen mal ahora y quieren seguir haciéndolo mal. Jack Sparrow sería un secundario en esta película. Que los directores de lidia quieran ponerse en su sitio, mal. Que los veterinarios no puedan ser puestos al antojo que uno quiera, mal. Que las vacas tengan que estar todas en regla y se haga énfasis en cómo despuntar y cómo embolar, mal. Que se incrementen algunas medidas de seguridad aunque sea con un pequeño gasto, mal. Que haya actas por parte de todas las partes para recoger lo sucedido en cada festejo, mal. Y que para fomentar la afición se regule las edades en las que pueden empezar a participar los chavales, mal también. Pues sí, se confirma, somos idiotas.
Y es que las cosas, no son como las cuentan partes interesadas en seguir campando a sus anchas. Con el reglamento y legislación actual, el director de lidia debería percibir lo que ahora percibe al día, por festejo. Con una normativa que nos diera la razón, ¿cuántos de nosotros no la reclamaríamos? Pues resulta que si piden lo que es suyo, son malos. Pero es que se intentan rebajar lo que les corresponde y ceden y aún así, siguen siendo malos. Incluso algunos se atreven a decir que no es necesaria su figura. Seguimos para bingo. Que se quejen los propietarios de vacas porque se les pide que las reses estén en regla habla bien claro de cómo es el gremio. Se pide UVI móvil en caso de que se echen machos mayores de cuatro años en el festejo, y antes de saber del tema, se dice que es el fin de ver toros en las calles. La diferencia de precio entre eso y lo que hay ahora es de apenas 80 euros por festejo. Y pedir cirujano para los Concursos de Cortes con Toros, pues seguramente no es más que plasmar en un papel, lo que ya sucede. Porque con cuatreños, ¿en qué plazas aragonesas se hacen concursos de este tipo? Es decir, normalmente ya hay cirujano. Anda, qué cosas... Terminando con abrir la posibilidad a que a partir de los 12 años se pueda salir a becerras y a partir de los 14 a añojas para eralas. Pero si es que el que critique esto está más cerca de ser antitaurino que aficionado. Es de ovación cerrada la propuesta y le pegan la puñalada. Lo decimos en medios de repercusión y nos da igual el daño que hagamos. Total, si nunca nos ha importado el festejo popular, qué más les dará. ¿Les parece mal? Pues poco se les ha visto quejarse hasta ahora, cuando los menores de 16 años ya salen a las becerras, lo que, de momento, es saltarse el reglamento. Si fueran a los pueblos y vieran la realidad... Además de no saber, les pueden las ganas de meterse en un ajo que no es suyo, siendo inoportunos y torpes. Encima, los varios que lo han hecho, lo hacen hablando en representación, que no siempre se les ha consentido. Qué desfachatez.
Ya vale de acomplejarse. Los acomplejados son mediocres, en cuerpo y alma. Marc Márquez con 12 años estaba subido a las motos ya hacía años. Y ahora sacamos pecho por el gran piloto que es. Pero los acomplejados taurinos dicen que es una barbaridad que un chaval con 12 años salga a una becerra de menos de un año. Fernando Alonso, tres cuartos de lo mismo con karts que se ponen a gran velocidad. A partir de 14 años ya puede tener una licencia de armas, pero no salir a una becerra en las fiestas de su pueblo. Ya vale de creerse moralmente superiores al criterio educador de los propios padres.
Se quejan municipios de este proyecto de reglamento porque el anterior se lo estaban saltando a la torera (aunque más bien sea saltárselo a lo antitaurino). Al ganadero le damos una miseria, director de lidia que sea alguien con carnet de dudosa procedencia que no cobra ni de lejos lo que marca la ley y del resto de la normativa, algo más nos saltaremos. Si se les dice que lo hacen mal, se suben por las paredes. Hacer menos bien hecho, es mejor que hacer más y mal e incluso ilegal. Por mucho ruido que quieran hacer, no tienen razón.
Si se va al limbo este proyecto de reglamento pues será por culpa del ego-ísmo de algunos. Por no querer ver más allá del interés particular o por el afán de protagonismo. Perderemos la oportunidad de tener un reglamento que podría ser referencia en España. Porque somos la comunidad más rica en variedad de festejos populares y en la que se podrían fijar los demás. Nos imitarían.
Ojalá no sea así y salga adelante pasadas las elecciones. Será bueno para los festejos populares, ganarán en seriedad. Porque el que algunos, en todos los sectores, ya no puedan seguir haciendo lo que hacían, será positivo. Sus críticas son la mejor señal de que el reglamento es bueno.
Queriendo creer que somos mayoría los que queremos el bien del festejo popular, es momento de dejar el afán de protagonismo a un lado y desde todos los frentes apoyar este reglamento. Primero que salga, luego ya puliremos las cosas que haya que pulir. Habrá que alzar la voz por encima de los interesados que no miran más que por seguir a la trinca, vía fraude. Esos, sobran.
Saldrá adelante o, ¿tendremos lo que nos merecemos?
Víctor Manuel Giménez
Remón