Este maravilloso mundillo de las vacas, se podría encuadrar en cualquier libro ornitológico, pajaricos, vamos.
Saliendo con atuendo campestre y con cámara de fotos, si se tiene a bien, dando un garbeo por el festejo popular, se encontrarán muchas especies de aves. Música de fondo de la gran serie de Félix Rodríguez de la Fuente "El Hombre y la Tierra".
El buitre: le importa poco el mundo del festejo popular.
Está de paso y va en busca de cadáveres que dejar en el esqueleto. Existen dos variedades, el buitre oriundo del festejo popular, que le da igual todo lo que no sea beneficio únicamente para él y buitre oriundo del festejo mayor. Como en el festejo mayor no tienen nada que desgarrar con el ganchudo pico, rapiñan en el festejo popular.
El cuco: listo elemento este. Pone los huevos en nido ajeno y que se los críe otro. De estos hay bastantes. Que les abran caminos y aprovecharse sin mérito a rebufo. Dos variedades también.
El cuco listo de verdad y el cuco que cree ser listo. Este último tiene una esperanza de vida menor que el otro.
El pájaro carpintero: está picando en todos los lados. Tiene estómago para eso y para más. Pica en todos los árboles. Raro es el que deja sin tocar. Y también hay dos de estos. El carpintero moderado, que hace su agujerico en el árbol y se va a otro.
Y el carpintero avaricioso, que deja el árbol que pilla como un queso gruyere.
El chorlito: si para decirle a alguien que está mal de la azotea, se le dice cabeza de chorlito, calcúlese cómo es este ave. Goza de buena salud la especie. En un ecosistema como este, pueden llegar a estar en escalones altos de la pirámide.
La cotorra: como especie invasora, pinta aquí lo mismo que Pichorras en Pastriz, pero oye, que no es que no haya manera de echarlas, si no que además van a cargarse a las especies autóctonas.
Para muchos recién aficionados a las aves, son más majas que los pajaricos de aquí de toda la vida.
Si se tiene suerte, porque son bastante desconfiadas y ya no salen de la guarida apenas, se pueden ver algunas
aves migratorias. Se les ve por Aragón en la actualidad. Estas aves vienen huyendo de otras zonas donde, tras dejar nidos sin pagar, les hicieron emigrar con viento fresco.
No se sabe muy bien cuándo harán la próxima migración. Parecía que se irían pronto, tras dejar su sello a las primeras de cambio, pero resisten. Les gusta poco pagar, aunque no les falta séquito de gorriones (no confundir con gorrones, ¿o sí?). Bien es cierto que la banda de gorriones está en continuo cambio, porque cada gorrión (pájaro simple que no aporta mucho, que se liquida con un puñado de alpiste), dura poco cuando ve que, cerca de esos pájaros, hay poco oficio y menos beneficio. Tienen muchos depredadores de boquilla acechando, pero suerte tienen de que solo se queden en eso. Si no, a lo mejor no llegaban a poder emigrar.
La jaula, por otras cosas que gustan de hacer, también les espera.
Varios ornitólogos intentaron proteger a los
pájaros bobos (que aquí no son pingüinos y que aunque se las dan de listos, se las han comido con patatas) de que, lo que ellos pensaban que iba a ser una relación fructuosa para las dos especies, no iba a ser si no un parasitismo provocado por alguna de las aves antes mencionadas. Trabajo de uno para el otro, y a la inversa, para pedir el alpiste, móvil apagado. Un par de frases. Quien por su gusto duerme en el suelo, no hay que tenerle consuelo.
Y como le dijo a Boabdil su madre, no llores como mujer, lo que no supiste defender como hombre. Gracias a las aves cándidas, que le dieron alas en su llegada, aún campa por el festejo popular esa especie parasitaria. Les queda el consuelo de ir diciendo que cuando se lo encuentren, le van a picotear la cabeza.
Se ven pocas
águilas. Ese animal majestuoso que surca los cielos. Ave símbolo de poderío y liderazgo. La honradez alada existe, pero habrá de protegerla por está en peligro de extinción. De estas especies hay poco número, porque, con dinero público, se prefiere contratar a muchos de los anteriormente citados, que a quienes aportan honradez y honestidad, siendo, por ende, legales.
Esos pájaros, en el más amplio sentido de la palabra, analfabetos de no saber escribir, de no saber poner tildes y de poner todo en mayúsculas, siguen viviendo, gracias a embauques, ilegalidades y continuar dejando pufos. Pájaros baratos que salen caros. Gustan de atajos y túneles.
Y cuando ya, vistas tantas especies, es momento de ir acabando la jornada, hay que detener la vista en una rara avis. No es habitual, pero cada cierto tiempo, alguno aparece.
El mirlo blanco. Éste provoca revuelo cuando aterriza en el mundo del festejo popular. Parece que es pájaro de buen agüero. Ver uno, dice la leyenda que trae buena suerte. Arrimarse a él, la llave al paraíso. Lo especial de su plumaje lo hace mesiánico. Cuando llega, todo el mundo quiere estar a su lado. Palomas, gallinas, patos, cisnes, gorriones... Se retratan. Ya van unos cuántos mirlos blancos avistados en el festejo popular... Eso parecen, pero no. Hasta ahora, ninguno ha sido, de verdad, mirlo.
En realidad son picarazas que han blanqueado sus plumas negras. Aunque algunos de ellos se crean superiores a los demás, no lo son, son simples urracas sin nada que los haga especiales. Aunque hayan acumulado muchas joyas, pues ya se sabe que estos pájaros tienen predilección por lo brillante, por dentro son pobres. Suelen venir acompañados o asesorados, por cuervos bastante menos divertidos que los de Dumbo. Especie dañina esta, porque por donde pasa queda un solar. Si duran poco, el ecosistema se repone, si duran mucho, como en un incendio, tarda muchos años en recuperar.
Terminando esta excursión, quedan muchas más por avistar, pero no todas se pueden ver en un día.
De todas las fotografiadas hoy, ninguna de ellas es especie cinegética. Que nadie se haga ilusiones.
Página publicada en Zaragoza a 1 de Abril de
2006
Responsable de la página: Víctor Manuel Giménez Remón
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