De cultura taurina (de toda)

 
 
 

Ya van varios años seguidos que, en los encierros de San Fermín, muchos aficionados a las corridas, ponen el grito en el cielo porque, durante la retransmisión de la carrera, no se le hace el caso que ellos quisieran a la corrida de por la tarde. Se entiende su malestar. Pero está provocado por no tener cultura taurina. Cultura de todo lo taurino, festejo popular incluido. Y es que el "sin corrida no hay encierro", no es cierto. Las audiencias dicen que se ha superado el millón y medio de media de espectadores. Eso, a las ocho de la mañana es una barbaridad. El porcentaje de share, brutal. ¿Puede alguna corrida quedarse cerca? Añadiendo, por disipar dudas, que servidor quiere que haya corrida en Pamplona y en todas las plazas posibles.

 

Obviamente salta el argumento de que el encierro de Pamplona es el traslado de los toros de la corrida a la plaza para su lidia. Faltaría más que no se conociera la historia del origen del encierro. Pero hay que conocer toda. Porque quedarse en ese punto, es no querer saber toda la historia de la tauromaquia. La corrida formal, tiene su origen en lo que ahora se conoce como festejo popular. Siempre ha sido fiesta del pueblo y para el pueblo, y siempre con el componente místico de medirse el hombre a la bestia. A raíz de esa participación popular con juegos y sorteos de las embestidas sin orden, tras siglos de rito taurino, la evolución lleva a la corrida formal que se estructura y reglamenta. Así pues, primero, conocer la historia. Y también conocer el presente, porque muchísimos encierros no trasladan a los toros para una corrida posterior. De hecho, los encierros con toros de corridas son un porcentaje exiguo dentro de los festejos en calle.

 

Estamos en tiempos en los que no parece que sea momento de despreciar al festejo popular. Algunos lo harán voluntariamente, otros muchos, inconscientemente. El sin corrida no hay encierro, chirría. ¿Por qué? Pues porque a la inversa, no se le hace ni caso al festejo popular. ¿Es justo hablar de la corrida durante la retransmisión del encierro? Sí, claro. Igual de justo que hablar del festejo popular en una corrida de toros o en programas taurinos. Como, cuando lo segundo rara vez se hace y muchos de los mismos del "sin corrida no hay encierro", no dicen nada, ahora su petición de justicia queda en evidencia. No se ha quejado nadie de que no se ha visto ni un segundo de las vaquillas sanfermineras en la televisión. Navarra tierra de ganado corrido. El recelo, para todo, por coherencia.

 

La corrida de toros está por encima del festejo popular en su esencia. Quien discuta eso, no sabe de qué habla. Un torero consigue que la gente pague entradas de un precio muy alto y hace por sí mismo que vaya el público, porque el anunciado es él. Se queda quieto y con los engaños tiene que dominar a un toro. Eso, en la pirámide del valor y mérito, está bastantes escalones por encima del festejo popular. Siempre será así, es indudable. Pero la clave está en el final de la primera frase: "en su esencia". ¿Cuánto queda de la esencia en una corrida de toros? La esencia de la batalla del hombre contra la bestia. ¿Y con tal degeneración qué pasa? Pues que no serán pocos los que vean más verdad en un concurso en el que se pasan a un pavo por los riñones, que en una corrida en la que el enemigo ni lo es, ni lo parece. El propio mundo taurino se ha corrompido de tal manera, que se dan cuenta hasta desde fuera. Tan avanzado está el cáncer que se ha cambiado el lenguaje y los que cobran, informadores incluidos, han convencido, o intentan convencer a los que quedan que pagan de que, si no tienen la misma visión que ellos, es que no entienden. El que paga llama bonito a un toro que asusta con dos leños. El que cobra llama bonito al toro que no da sensación de peligro. El toro encastado que planta batalla es malo. El que se deja hacer es el bueno. Decirle colaborador a un toro es un halago. El mundo al revés. Vamos como si se llamara buen boxeador, al que no tira un puñetazo y deja que el rival le de hasta en el carnet de identidad. O buen equipo, al que deja que le metan un carro de goles y, si puede ser, dejando que el rival lo haga con caños y rabonas. ¿Dónde está la esencia de la batalla? ¿Se puede cantar mientras uno mismo se supone que se está jugando la vida? Al que mira desde fuera este mundo sin conocerlo, cuando observa todo eso desde un prisma escéptico, verá una credibilidad nula en lo taurino.

 

Reflexión merecería lo siguiente. ¿Qué necesita la fiesta? ¿Que algunos matadores llenen, o que se llenen las plazas toree quien toree? Lo primero va ligado a conseguir un público puntual simpatizante, que luego no se va a implicar cuando toque defender. Lo segundo conseguiría una afición fiel. Una afición que va a la plaza por ver una corrida de toros, sean quienes sean los actuantes. También irán a las novilladas. Pero claro, el aficionado taurino, gilipollas no es. No es el público del fútbol que, si su equipo pierde la categoría, ante el evidente descenso de calidad del producto que le ofrecen, no es que reniegue, si no que aún tiene más ganas de ir, por alguna razón que se escapa a la razón. Al aficionado taurino, cuando lo escaldan, no vuelve. Como son ya décadas de escaldar al que iba siempre, ahora solo queda intentar llevar a público que únicamente va cuando conoce al que se anuncia. Pan para hoy, hambre para mañana. Cada vez más despegado de la sociedad lo taurino. Y eso es así, no por partidos, ni por campañas, si no porque el mal está dentro. Un espectáculo fuerte es intocable. Una fiesta fraudulenta y sin tirón, es vulnerable. Es un espectáculo caro, trasnochado en el envoltorio y con, cada vez, menor emoción. Si a eso se le añade que la gente joven es normal que lo rechace, al ver el postureo pijo-derechista que se ha apropiado de algo que nunca fue suyo ni de nadie, la ecuación empieza a resolverse.

 

Y mientras tanto, ¿qué pasa con el festejo popular? Pues que goza de buena salud y que tiene aceptación social. A las vacas en los pueblos va gente de diferente condición e ideología y además lo ven como natural. Se hacen infinitamente más festejos populares en la piel de toro que festejos con muerte. Cabe recordar lo siguiente: este es un país bajo régimen democrático por sufragio universal. Una persona, un voto. El voto de quien está apoyado en un madero viendo un encierro, vale lo mismo que el del engominado que paga 200 euros por una barrera. Si el mundo taurino no aprecia al que le gusta únicamente el festejo popular, que luego no pidan ayuda. El momento está para que todo el mundo vaya a las galeras y se agarre a un remo. Y todos es, todos. Los del festejo popular también, pero siempre que se cuente con ellos, claro. El del festejo popular quiere que se tenga, aunque sea, un mínimo recuerdo o nota de condolencia en los medios taurinos, para los que fallecen, víctimas de una cogida en un encierro o capea. También quieren que cuando un toro embolado esté en entredicho, los de las corridas lo defiendan. Que no renieguen del Toro de la Vega. Porque es hipócrita criticar el Toro de la Vega tordesillano y defender la corrida. Porque si se defiende lo taurino, se defiende todo. Defenderlo también es denunciar el fraude.

 

No se puede pretender que un chaval rondando la veintena se interese por la corrida, cuando le va a costar cuatro veces más la entrada que en un festejo popular (y eso los que son pagando en forma de concursos, que hay miles gratis en las calles), va a palpar menor emoción en tarde de esos de luces que imponen sus "enemigos" y que encima va a ver toros de menor presencia que los que vea en el concurso de recortes o en cualquier calle. Por eso el festejo popular tiene mayor aceptación. Moverá menos dinero, es indiscutible, pero en datos numéricos de asistencia, la goleada puede ser de escándalo. Solo en Aragón se realizan más festejos populares que corridas en toda España. Y recuérdese, una persona, un voto. Se recalca otra vez, que esto lo está escribiendo el que defenderá la corrida de toros cuándo, dónde y contra quién haga falta. Los oportunistas prohibidores no están aprovechando si no lo que se les ha dejado en bandeja. Y como con el festejo popular, rara vez se ha contado y se ha hecho frente común, la debilidad es mayor. Parte de la izquierda da la espalda porque el olor a caduco les tira para atrás. Y en vez de enseñarles las virtudes y valores, y tratar de convencerlos, se les llama perroflautas y piojosos. Nadie va a defender la postura del prohibidor compulsivo por su minuto de gloria. Las actitudes dictatoriales se retratan con su pecado. Pero es que ahora, esas actitudes tienen respaldo porque el mundo taurino hace décadas que convirtió la corrida de toros en club elitista pijo. En Francia, todo como la seda. La fiesta de verdad.

 

El toro de lidia se cría para la lidia. Claro, pero no siempre y no desde siempre. Había ganaderos antes de que se llegara a la corrida formal. Igual que hay ganaderos ahora que no crían su producto para una corrida. El ganado corrido, ese gran desconocido. En Aragón, Navarra, La Rioja, Cataluña, Comunidad Valenciana, algunos pueblos sorianos y País Vasco, los festejos populares se realizan con ganado que actúa durante toda su vida. Más de 150 hierros se dedican únicamente la festejo popular. Difícilmente lidiarán nunca sus productos en una corrida de toros. ¿Cuántos aficionados a las corridas sabrán que el ganado corrido es el más extendido para los festejos taurinos del mundo? En Francia, las Corridas Camarguesas y Landesas, ganado corrido. En Portugal, largadas y marradas, ganado corrido. En Estados Unidos, Canadá, Brasil, Australia, el rodeo, ganado corrido. En México, los jaripeos y torneos de lazo, ganado corrido. En Costa Rica, las capeas, ganado corrido. En Colombia, las corralejas, ganado corrido. Y escarbando un poco más en tradiciones con bovinos en el mundo, en Italia y los Balcanes, las peleas de vacas y toros, con ganado corrido. En Japón, las peleas de toros, con ganado corrido. En Sudamérica las peleas de toros, ganado corrido. En la India, las carreras de búfalos, con ganado corrido. En toda tradición taurina con ganado corrido, tiene mayor importancia el animal puesto que se le sigue durante toda su carrera. Es decir, solo las corridas, las sueltas de cerriles y los concursos de recorte artístico, requieren de animales limpios.

 

En ambas Castillas y Madrid, muchos hierros venden las camadas enteras para "las calles", término que muchos usan como despectivo. Esos que tragan con criar un toro sumiso y que no ponga problemas, mandan a la calle lo que más trapío tiene. Por contra, ganaderos de los pies a la cabeza como Don Fernando Cuadri, manda a las calles toros que no sirven para dar un espectáculo digno en una corrida. Ni un solo hierro queda por vender toros para festejos populares. El último, el Conde de la Corte, que se negaba y ahora los vende de seis en seis. Y es que en el festejo popular, se paga más por los toros que en muchas plazas. Muchos hierros ven gratamente saneada su economía gracias a vender toros para los festejos populares. Los encierros de cerriles de la Comunidad Valenciana compran corridas enteras, sin corrida por la tarde. En concursos de recortes ya se han visto toros de casi todos los hierros. Hay ganaderos, que siempre han apoyado y tenido en cuenta lo popular, por convicción y porque lo respetan y lo quieren, no tienen ningún complejo en ver lidiar sus reses, en un destino para el que no fueron criados. Pero la realidad es la que es. Tampoco se puede olvidar cómo gracias al festejo popular, hay encastes que todavía existen. Si no, estarían en el matadero haría años.

 

¿Sin corrida no hay encierro? ¿Seguro que en Pamplona sin corrida por la tarde no se harían los encierros por la mañana? Seguramente se podría pagar el mismo dinero que se paga ahora por ellos. No faltarían 48 toros limpios en el campo con trapío para asustar al miedo. ¿Decrecería el atractivo del encierro? ¿No tendría el mismo tirón San Fermín? Siembra dudas más que serias. Más que nada porque hay muchísimas poblaciones que realizan encierros sin que haya corrida por la tarde. Si es que además el mundo taurino recela de los que pagan una entrada en sol en Pamplona, porque van a la fiesta. Anda, pero van. Y los menosprecia aunque sustenten el espectáculo. Van a una corrida que se lidian seis toros independientemente del cartel. Pues a ver si va a resultar que los hechos dicen que entienden mejor esta afición en su esencia... Van a la corrida, no a ver a los toreros. Es que claro, ese desprecio a lo que no es la corriente única de pensamiento de los que saquean la fiesta para llevarse mucho, con el menor riesgo posible, lleva a que el Domingo de Ramos se llene Las Ventas para ver a Fandiño (en la corrida más ilusionante de los últimos tiempos) con seis toros de seis ganaderías apetecibles, y cuando aquello salió petardo, haya que leerse crónicas que decían que muchos de los que aposentamos los traseros en la piedra venteña, íbamos a ver un espectáculo que no existía, porque solo entendemos de ver toros por las calles. Al poco tiempo, pedimos unión. Claro, claro, se nos acaba el chollo.

 

Pamplona hace más festejos populares que corridas. Soria tiene su monte Valonsadero y todo lo que rodea a los Sanjuanes. Logroño tiene vaquillas. Vitoria tiene vaquillas. Bilbao, el año pasado también. Huesca y Teruel, tienen vaquillas. Castellón y Valencia tienen festejos populares. Guadalajara tiene encierros y no tantas corridas como carreras. Como San Sebastián de los Reyes, que ha quitado corridas, pero mantenido el número de encierros. Cuenca tiene sus vacas enmaromadas. Concursos de recortes ha habido, seguramente, en todas las capitales de provincia que poseen plaza de toros. En alguna plaza, ya ocupan una tarde en la feria. Zaragoza es la feria de las ferias en cuanto a festejo popular y hace que vengan empresas que, si fuera solo por las corridas, no vendrían. No hay otra igual en número y en público, Supera a las corridas. En Cataluña, las corridas están prohibidas de manera dictatorial por manipuladores de la historia. Pero el festejo popular, se consiente en poblaciones como Badalona y Cardona en Barcelona, o como en muchísimas localidades del Delta. ¿Es hipócrita? Sin duda. Pero es la realidad, la corrida se prohíbe, el festejo popular se deja. ¿Que no haya toros en Barcelona es más culpa de la "Caja B", que vació la plaza, o de quienes, con delirios de grandeza, prohibieron algo que ya estaba degenerado y despegado de la sociedad catalana?

 

Cómo no, también tendrá que poner de su parte el festejo popular para asentarse en seriedad. Piratas, inútiles y jetas, hacen que lo que podría ser mucho más serio, todavía no lo sea. Lo es más que hace diez y más que hace veinte años, pero aún falta. Chorradas no. Seriedad por parte de ganaderos, organizadores y participantes. Salen ante un público. Para que nos hagan caso, no valdrá todo. Porque cuando se gestionan plazas de repercusión, las consecuencias no solo las paga el empresario, las paga el mundo del festejo popular. Así pues, el que esté solo a ver lo que trinca o por figurar, sin preparar con decencia los festejos y sin pensar en las consecuencias de la imagen que se da, hágase a un lado.

 

El festejo popular en España es todo esto y todo ello es cultura taurina: Concursos de Recortadores, Concursos de Cortes, Concursos de Recorte Libre, Concursos de Roscaderos, Concursos de Emboladores, Concursos de Ganaderías, capeas, pruebas, encierros, encierros camperos, sacas, espantes, entradas, toros de fuego, toros de ronda, toros embolados, toros ensogados, toros enmaromados, sokamuturras, bous en cordá, bous al carrer, bous a la mar, exhibiciones de ganado de corro, grupos de arte, sueltas de vaquillas. Se celebran en más provincias que las corridas. Despreciar todo esto y no querer que todo sea uno, es un error que veremos si tiene arreglo ya. Hay que usar la inteligencia y reclutar. Por eso, decir que sin corrida no hay encierro, es no conocer el festejo popular. Es no reclutar. Por última vez, una persona, un voto. Va a hacer falta la gente del festejo popular. Desde estas líneas, siempre amantes de la corrida. Por eso, cultura taurina, pero por favor, de todo.

 

Como despedida, un poema de un opositor al régimen de Hitler.

 

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era 
comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era 
socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era 
sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era 
judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había 
nadie más que pudiera protestar.

 

Martin Niemöeller

Víctor Manuel Giménez Remón



    Página publicada en Zaragoza a 1 de Abril de 2006
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