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Pagar en el festejo popular

 

Resulta curioso ver cómo en este mundillo nuestro del festejo popular, cuando se menta el pagar por algo, los ojos de un número de aficionados importante, se inyectan en sangre como si les pusieran delante al mismísimo diablo. ¿Por qué? Veamos en las incoherencias en las que caen.

Por delante se asume que el momento económico por el que pasamos es delicado. Las economías familiares están apretadas. En tiempos difíciles para el bolsillo, es comprensible que si alguien se tiene que quitar de algo, será antes lo accesorio que lo imprescindible. Primero habrá que comer, pagar facturas y vestirse. Después, si queda algo, gastarse dinero en festejos taurinos.

Ahora bien, ¿por qué tanta ira por tener que abonar una entrada? No se sustenta la postura. Quienes se parten la camisa autoproclamándose apasionados del festejo popular, montan en cólera por tener que pagar una entrada. Quienes abogan por pedir que las entradas tengan un precio menor, no se dan cuenta que su postura implica menospreciar al festejo popular.

Nos topamos con un choque de progresismo contra conservadurismo. Puede resultar curioso quiénes caen en cada bando. Los hay que para todo en su vida son conservadores y aquí marcan una clara tendencia progresista y viceversa. Así es el ser humano, plagado de contradicciones.

La primera incoherencia en la que caen es en que dicen ser muy aficionados, pero a la hora de la verdad no quieren pagar por la afición que dicen profesar. Cuando ya en esta vida no hay prácticamente nada gratis, ¿por qué enfadarse por tener que pagar una entrada por un festejo taurino? Los que se quejan de los precios, ¿no creen que valga ese dinero lo que ven? Y hablamos en general, no de que luego tal o cual festejo sea un petardo y uno se arrepienta de haber ido a verlo. Cabe recordar la obviedad de que se tiene la total libertad de no ir. Es así de simple.

La segunda incoherencia es que suelen ser los mismos que se quejan de que los participantes no cobren más. Esto no es Francia, aquí no hay subvenciones, ni apoyos institucionales, ni patrocinios empresariales. Aquí hay lo que hay. Quitadas las plazas de gran aforo, que no son tantas, en la gran mayoría las cuentas del festejo son las que son. ¿Quiere usted que el recortador cobre más en una portátil? Pague usted 20-30 euros por una entrada. Si usted no está dispuesto a pagar esa cantidad, entonces usted quiere que el recortador cobre más, pero sin pagarlo uno mismo. ¿De dónde va a salir el dinero? En Francia, que ya se que tiene un nivel económico superior al de España, pagan entradas superiores a los 50 euros por determinados festejos populares. Aquí se habla de "robo" por 12-15 euros. Por cierto, llevan en esas cantidades los precios bastantes años ya. Hace años sí que chocaban esos precios, ahora ya no.

El festejo popular es tan rico que tiene muchas variantes que siguen siendo en plazas y calles a las que se puede acudir de manera gratuita. Ahí se pueden saciar las ganas de festejos, sin necesidad de pagar una entrada. Pero no se puede pretender que un festejo organizado, en el que los actuantes son remunerados y lleva abundantes gastos, sea gratuito o con precios irrisorios. Ah y censurar que las empresas organizadoras obtengan un beneficio del que es su trabajo, es vivir en el país de la piruleta.

No creer que un festejo popular valga 12-15 euros de entrada es menospreciarlo. Y se vuelve a matizar, se refiere esta afirmación a lo bien organizado. Ya se sabe que los festejos organizados por Jack Sparrow y sus compinches o los que son preparados por entes de probada inutilidad, son caros hasta por 5 euros. Ese es otro debate. ¿Cuánto vale una noche de fiesta? ¿Cuánto vale el cine? ¿Cuánto vale un partido de fútbol? ¿Cuánto vale comer en un restaurante? Todo eso, seguramente, lo paga sin rechistar y sin cuestionarlo, el que luego se queja del precio de la entrada de un concurso. No hay coherencia.

Cada cual es muy libre de decidir a qué destina sus dineros, que sus esfuerzos puede costarle ganarlos. Pero que cada cual se pregunte en qué se los gasta y qué prioriza. Si se gasta cantidades superiores en otras ofertas de ocio, quizá sea más aficionado de boquilla que de verdad. Y por supuesto, a quien en la vida le vaya mal económicamente ahora, ojalá le cambie la suerte y pueda permitirse pagar por ver festejos más pronto que tarde.

En este caldo de cultivo, entra en juego lo que ahora se da en llamar como "hater" (anglicismo que en la traducción literal significa odiador, y que en román paladino es un imbécil de toda la vida). Ese personaje tiene fijación por los que no piensan como él y tiene su terreno de juego en las redes sociales. Mete mensajes normalmente inconexos y con faltas de ortografía. ¿Por qué? Porque es imbécil. Así de simple. Si fuera prudente, caería en la cuenta de que un mensaje sin coherencia y con faltas de ortografía pierde credibilidad. La persona inteligente, normalmente no tiene la necesidad de mostrar su opinión y dejarla publicada de manera compulsiva. Afortunadamente las redes sociales no son una muestra real de la sociedad. La mayoría suele ser silenciosa.

¿A quién atacan estos personajes? Obviamente a los referentes. Referentes que lo son porque están arriba gracias a su trabajo, su talento o ambos. Veamos ejemplos concretos. Toropasión, que cada vez que publica algo, tiene a su guerrilla de "haters" echando espuma por la boca. Tongopasión, Timopasión, ladrones, sinvergüenzas... Rara es la publicación que no tenga una respuesta que incluya expresiones así. Quienes lo dicen aseguran que ya no va nadie a sus concursos y animan que no lo hagan. Pero luego llega el chufazo de realidad para los odiadores y, fuera de feria, montan la final de su campeonato de España y pegan un pelotazo de gente en Castellón. Sus concursos siguen teniendo una respuesta de público superior al de la mayoría de organizadores. La calidad organizativa, abismal con otros. La realidad es que, al final, los que critican de manera desaforada son una minoría en comparación con los que están dispuestos a pagar una entrada y les parece bien el espectáculo que ahí se ofrece.

Tirando de memoria, se puede ir una década atrás para ver lo que sucedía en Zaragoza con el precio de las entradas. Se iba subiendo cada año. Y aquí se criticaba. Pero el tiempo, siempre suele ser justiciero. ¿Se imagina alguien el hipotético caso de que las entradas subieron menos de lo que querían las empresas correspondientes gracias a que Toropasión sujetaba la rienda y asesoraba de manera correcta? Cuando dejaron de estar los riojanos... ¿qué pasó? Primero que las entradas se fueron a un precio muy superior. Y después que, hasta parte de sus "haters", desearían que volvieran. Por cierto, si ahora Zaragoza se ha puesto en los precios que se ha puesto y se han pagado con buenas respuestas de público (veremos en el futuro sin el empujón irracional post pandemia), ¿a cuánto tenemos que poner las entradas? Sería genial que los que se quejaban de 12 euros por su odio a quien organizaba, ahora paguen 18 y no rechisten. Haberlos "haylos".

Y vayamos, para acabar, con un ejemplo reciente. El año pasado apareció la plataforma Toros en España. Una plataforma que ofrece contenido del festejo popular abonándose. Hay reportajes con buena edición y también hacen retransmisiones en directo. Una noticia buena para el festejo popular sí o sí. Quien no lo entienda así, está de noche (trasnochado o sin luces). Sus precios, 8 euros al mes o bien 80 para un año entero. Pues sí, esta plataforma se ha tenido que leer que son unos ladrones. Alucinante. 8 euros al mes, parece caro. Y vuelta la burra al trigo. Quien crea que pagar 8 euros al mes por contenido del festejo popular de, como pretenden, buena calidad, es algo caro, lo que hace es menospreciar a la que dice que es su afición.

Una buena cámara, un programa de edición, un buen ordenador para editar, el gasto de desplazamiento, pagar un servidor para la plataforma y pongámosle precio al trabajo y al talento para realizarlo. ¿Cuánto vale? Si nos vamos a un emisión en directo tenemos: derechos de imagen, cámaras, operadores de cámara, producción, micrófonos, material, realización, comentaristas. ¿Cuánto vale?

Cuán atrevida es la ignorancia. El canal de youtube de Toros en España tiene más de 900.000 suscriptores y con muchos vídeos con millones de visualizaciones. Eso implica una monetización brutal. Pero nadie se lo ha regalado, el que quiera que haga vídeos, los suba e intente conseguir ese número de reproducciones. El proyecto de la plataforma seguramente se ha comido parte de sus ingresos en youtube. Han invertido dinero en el festejo popular, intentando hacer algo que nunca nadie había hecho y que, si cuaja, será algo muy positivo para este mundillo. ¿Cuál es la respuesta de los imbéciles? Es que para eso lo veo gratis en el youtube. ¿Para qué intentar mejorar en la calidad del producto? Si al que mete ese mensaje cargado de ira en las redes sociales le vale lo grabado de manera chapucera desde el tendido o incluso desde el callejón.

Lo genial es que cuando se limitaron a reclamar sus derechos de imagen, que significa que si tú pagas una cantidad al organizador, tienes los derechos de imagen de lo que ahí sucede y nadie más puede emitir sin tu consentimiento, se les tildó de sinvergüenzas. Simple y llanamente por reclamar que se cumpla la ley. Como había que cumplirla en las retransmisiones de Aragón TV (y en youtube en festejos del Pilar emitidos por la cadena autonómica, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra). A buenas se llega a acuerdos, a malas, pues denuncia y tienen todas las de ganar. Quien quiera que pruebe en un concierto a grabar y emitir en directo y verán cómo les llega un bonita misiva de la productora correspondiente o directamente es desalojado por el personal de seguridad. O pruébese a emitir en directo desde el estadio un partido de fútbol. El señor Tebas le contará un cuento.

Esta plataforma está ahora detrás de un nuevo formato de competición que se llevará a cabo en Teruel. Gustos particulares en el fondo al margen, que son conocidos, hay que aplaudir la iniciativa por hacer algo novedoso, querer vestirlo bien, crear hasta una sintonía e intentar darle categoría.

¿Por qué entonces nos parece que para el festejo popular sí que se debe hacer lo que en ningún otro ámbito sucede? El todo gratis nos hace presos de las subvenciones. Mejor independientes. Así nos va, no hay manera de avanzar. Porque a algunos no les entra en la cabeza tener que pagar en el festejo popular.

Víctor Manuel Giménez Remón



    Página publicada en Zaragoza a 1 de Abril de 2006
    Responsable de la página: Víctor Manuel Giménez Remón
    Correo electrónico: festejos@festejospopulares.net