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El posicionamiento de CHA ante los festejos taurinos populares en Aragón se fundamenta en la conjugación y respeto de dos principios básicos: tradición y bienestar animal. Ambas condiciones han de cumplirse para tener una valoración positiva del festejo.
TRADICIÓN
La organización de festejos taurinos populares se extiende por todo Aragón, desde las comarcas del sur del país hasta localidades del Pirineo (como Ansó) pasando por todos los municipios del valle del Ebro, donde el arraigo es muy profundo y viene de antaño. En muchos de nuestros pueblos no se conciben unas fiestas patronales sin la organización de algún tipo de festejo taurino popular. Así viene realizándose generación tras generación. Por otro lado, “las vaquillas” suelen ser el mayor reclamo para que personas de otras localidades se desplacen hasta la nuestra a disfrutar de nuestras fiestas. Lo cual suele conllevar unos ingresos para el pueblo, sobre todo para la hostelería local. Por todo ello, somos partidarios de mantener este tipo de festejos, mientras los vecinos y vecinas así lo decidan democráticamente.
BIENESTAR ANIMAL
Éste es un pilar fundamental para CHA. Para que el festejo popular, en pleno siglo XXI, no se convierta en un anacronismo se ha de tratar, por todos los medios, que la res que participa en un festejo taurino regrese a la finca lo más intacta posible. Para ello, ganaderos y organizadores tomarán las medidas que se requieran para reducir el riesgo de accidentes que puedan dañar al animal. Recordemos que la vaca o el toro bravo son los verdaderos protagonistas del festejo, la base del espectáculo, y como tales, hay que respetarlos y cuidarlos.
En este sentido vemos con cierta preocupación el descenso del número de festejos realizados en plazas con arena frente al aumento de los que se celebran en calles y otras vías urbanas.
Nuestra preferencia es que se invierta esta tendencia actual. Y ello por varios motivos:
1. Excepto la modalidad de toro ensogado o enmaromado, la suelta de vaquillas en calles no es tan antigua como pudiese parecernos. Viene realizándose desde mediados del siglo XX. Lo que es TRADICIÓN, y así se ha hecho desde tiempos inmemoriales, es la capea en la plaza del pueblo, con suelo de tierra. Las reses sólo pisaban las calles para ser introducidas hasta los toriles de la plaza cuando el traslado de las mismas desde la finca de la ganadería se realizaba a pie.
2. Consideramos que la calle no es el escenario idóneo para un festejo taurino. Entendemos que la suelta de vaquillas en vías urbanas genera mucho ambiente y permite la participación de los menos valientes o capacitados. Pero conlleva una serie de inconvenientes y riesgos:
- El director de lidia no puede controlar el festejo al 100%. La distancia del recorrido, a veces muy largo, y la forma del mismo, impiden que este profesional pueda realizar su cometido con rapidez y eficiencia. Por otra parte, esto mismo motiva que haya participantes menores o personas sin condiciones físicas aptas que se “cuelen” en el recinto sin ser vistos por el director de lidia.
- Los festejos taurinos en calle pueden acarrear ciertas molestias a los vecinos de los domicilios por los que transcurre el recorrido impidiéndoles, mientras dura el festejo, acceder a sus viviendas y garajes. No a todo el mundo han de gustarle estos festejos y tampoco se les puede “obligar” a tener que soportar estos inconvenientes.
- El tercer factor es determinante: la superficie habitual de las calles (de cemento, adoquín, brea o baldosa) puede causar lesiones en las reses participantes. Por un lado, al ser suelos deslizantes para animales de pezuña, aumenta el riesgo de caídas y golpes contra el suelo con las consiguientes lesiones, algunas no perceptibles a simple vista. Por otra parte, estas mismas superficies desgastan tremendamente las plantas de las pezuñas de las vacas provocando que después, durante un buen tiempo, a veces más de un mes, caminen aspeadas y, además, se haga necesario el uso de medicamentos antiinflamatorios y antibióticos.
Por todo ello, preferimos el desarrollo de los festejos en plazas con arena:
1. Porque la tierra es el piso natural de los animales, donde ellos agarran de verdad en sus carreras, y no el cemento o baldosa que sólo provoca resbalones o que la res se defienda quedándose inmóvil para evitarse las caídas.
2. Porque nadie entendería que el equipo de fútbol de su pueblo jugase los partidos en una calle y no en un campo de fútbol digno. Pues con los festejos taurinos populares exactamente lo mismo, para darles la categoría que merecen.
3. Porque lo que se hace en arena por parte de los participantes (recortes, quiebros, saltos, roscaderos,…) tiene mucha más importancia y mérito que lo que se hace en una calle.
4. Porque nuestros mayores, y el público en general, está más cómodamente presenciando el festejo sentados en una grada y no de pie tras una valla de una calle.
5. Porque en una plaza el director de lidia tiene visión completa de todo lo que allí sucede, pudiendo vigilar en todo momento quién entra al ruedo y/o al callejón.
6. Porque el acceso a los servicios médicos y de ambulancia, si se precisan, son más rápidos y accesibles en una plaza que una calle.
7. La calle, como tradición popular, está justificada en los toros de cuerda y, especialmente, en los “encierros de pasada”, la modalidad que tiene su origen y recuerda la traída a pie de las reses bravas desde la ganadería a la localidad y la entrada al pueblo.
Otro aspecto que, a nuestro juicio, se podría modificar es la obligatoriedad que en Aragón existe de despuntar a los animales participantes en este tipo de festejos. En CHA nos agrada más la legislación en esta materia de nuestra vecina Comunidad Foral de Navarra. El despuntado de las astas supone una manipulación de las condiciones de la res y una merma de sus defensas. Es una operación que hay que realizar, al menos, anualmente. Pero otra parte, tampoco existen unas indicaciones objetivas de cuánto y cómo hay que despuntar. Se suele dar el caso de que animales despuntados son dados por válidos por un veterinario en su supervisión previa al festejo y, a los días, en otro festejo, ese mismo animal es dado como “no apto” por otro profesional de la veterinaria encargado del festejo.
Por otra parte, el despuntado suele conllevar con cierta frecuencia el deterioro del pitón de la res. No es extraño ver reses, que han sido despuntadas, con los pitones astillados y
escobillados tras derrotar contra vallas y burladeros.
Por ello, preferimos dejar al libre albedrío del ganadero o ganadera, el despunte de sus reses.
También estamos muy preocupados con la situación por la que viene atravesando el sector ganadero desde hace ya un buen tiempo. El mantenimiento de una ganadería de reses bravas se pone cada día más difícil. Los ingresos no cubren los gastos. El precio de los piensos, forrajes y paja se han disparado. Lo mismo con el gasoil y el resto de gastos (medicamentos, servicios veterinarios, talleres, seguros, mantenimiento de instalaciones,…). Por otra parte, la principal fuente de ingresos, el alquiler de vaquillas, ha aumento en número de festejos pero los precios por los mismos siguen sin actualizarse, llevándose, en muchos casos, los mismos precios que hace más de una década.
Sabemos que las campañas de saneamiento es algo que preocupa mucho al sector ganadero.
Desde CHA, conscientes de los falsos positivos que da la prueba de la tuberculina, proponemos que, para mayor garantía y tranquilidad del ganadero, se permita realizar una segunda prueba o contraanálisis, antes de sacrificar a la res.
Por último, y para concluir, valoramos muy positivamente todas las iniciativas público-privadas que se están realizando para la conservación las reses bravas del valle del Ebro, el encaste autóctono de nuestra tierra. Reses con un fenotipo y genotipo diferentes al resto de encastes del toro de lidia.
22 de Mayo |
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